domingo, octubre 22, 2006

Zapatero el demagogo: un presidente trilero

critica filosofica

El librorecién publicado por el filósofo Gustavo Bueno titulado Zapatero y el pensamiento Alicia aporta en la España del presente un aire fresco que ya hacía urgentemente falta en una España que se viene ahogando con tantas falacias demagógicas como las que el presidente trileto y sus ayudanntes vienen practiucando en este país que cada día se mete más en ese mundo de Alicia...y no precisamente de las maravillas, aunque el señor prewsidente quiera decirnos que vamos a vivir en un país de ensueño sin igual en todo el planeta

Me permitosugerirles la lectura del libro y mientras lo hacen, pueden ir consultando estas referencias que a continuación cuelgo:




Gustavo Bueno Zapatero y el Pensamiento AliciaUn presidente en el País de las Maravillas Temas de Hoy, Madrid 2006 157×235 mm, 367 páginas, ISBN 84-8460-600-7 Primera edición: octubre 2006 [en las librerías el 10 de octubre] Para el filósofo Gustavo Bueno, lo sucedido en los últimos años de Gobierno socialista constituye un ejemplo manifiesto de que tanto José Luis Rodríguez Zapatero como gran parte de los miembros de su partido conciben un mundo más propio de la ensoñación infantil, que guarda evidentes paralelismos con el de los espejos o con el País de las Maravillas en los que se aventuraba de cuando en cuando la Alicia de Lewis Carroll. Este pensamiento acrítico y que sobrepasa con mucho los límites de la utopía es capaz de llamar personas humanas a los simios; progenitores A y B a los miembros de las parejas homosexuales a los que se les ha concecido un niño en adopción; o fascistas a quienes vencieron en la Guerra Civil española; de equivocar el alcance del término solidaridad –que puede aplicarse también al comportamiento de una banda de ladrones o terroristas–; y de plantear una Alianza de Civilizaciones sin delimitar antes lo que son éstas, encubriendo así los problemas reales de la gente bajo una nebulosa fantasiosa y carente de contenido. En su nueva obra, Zapatero y el pensamiento Alicia, el profesor Bueno escoge estos y algunos otros ejemplos de decisiones o pensamientos políticos –«pensamientos Alicia»– barajados recientemente por el presidente y su partido –que actúan siempre «con una sonrisa permanente», con una «actitud optimista y angelical»–, para, con la contundencia a la que nos tiene acostumbrados, demolerlos, despojándolos de retórica y evidenciando un simplismo que él considera «sistemático» y muy preocupante, pues bien puede «transformarse en pensamientos falsos, hipócritas y de mala fe».
Noticias, reseñas, críticas y comentarios sobre este libro• Varios sobre el libro de Gustavo Bueno, Zapatero y el Pensamiento AliciaPrepublicación de «Zapatero y el Pensamiento Alicia», La Razón, 8 octubre 2006• Bueno, Zapatero y Alicia, Andrés Suárez, El Comercio, 11 octubre 2006• Bueno: «La inteligencia de Zapatero es la inteligencia del tahúr, del trilero», EC, 12 octubre 2006• Los socialistas asturianos cargan contra Bueno, J. A. G., El Comercio, 13 octubre 2006• Bueno: «ZP necesita un microscopio para ver que la realidad es muy compleja», J. Neira, 13 oct• Zapatero en el país de las maravillas, Oviedo Diario, 14 octubre 2006• Javier Morán, Pensamiento Alicia, La Nueva España, 14 octubre 2006• Bueno: «La filosofía de ZP es pánfila», La Voz de Asturias, 15 octubre 2006• La presentación de Zapatero y el Pensamiento Alicia, 18 octubre 2006• En Protagonistas con Luis del Olmo, Punto Radio, 19 octubre 2006 9:05 · audio 14:21 wma · mp3 • Santiago Abascal, Zapatero, el Simple, Libertad Digital, 19 octubre 2006• «El pensamiento de Zapatero es simplista. Todo son sonrisas», Periodista Digital, 20 octubre
Algunas referencias, anteriores a este libro, sobre el Pensamiento Alicia
• Bueno, «'Pensamiento Alicia' (sobre la 'Alianza de las Civilizaciones')», El Catoblepas, nov 2005• Ismael Carvallo, «El 'Pensamiento Viridiana'», El Catoblepas, noviembre 2005• Bueno: «Zapatero tiene el 'pensamiento Alicia'», El Comercio, 25 enero 2006• Iñigo Ongay, «Alicia en el planeta de los simios», El Catoblepas, mayo 2006
Índice del libro Zapatero y el Pensamiento Alicia
Introducción. Definición del Pensamiento Alicia
Pensamiento utópico y Pensamiento Alicia
El «pensamiento» de los socialistas españoles, tras el 11-M, como Pensamiento Alicia
El Pensamiento Alicia es simplista, pero no todo simplismo es Pensamiento Alicia
El simplismo Alicia se manifiesta en campos muy diversos
Plan de este libro
Capítulo 1. Sobre la Alianza de las Civilizaciones piensa Alicia: «La Alianza de las Civilizaciones es el primer paso obligado para alcanzar la Paz universal.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
«Pensamiento subjetivo» como actividad formal de los sujetos personales
«Pensamiento objetivo» como materia pensada
Pensamientos objetivos denominados en función del sujeto que los pensó
Pensamientos utópicos y Pensamientos Alicia
El proyecto Alianza de las Civilizaciones como ejemplo genuino de Pensamiento Alicia
El Pensamiento Zapatero de la «Alianza de las Civilizaciones» tiene, como el humo, gran capacidad expansiva
III. Crítica
«Civilización» y «Civilizaciones»
La unicidad de la Civilización y la unicidad del Mundo, de Dios y del Hombre como persona
Es disparatado pensar una «Alianza» entre Civilizaciones múltiples
La «Alianza de Civilizaciones» es un contrasentido formal
La «Alianza de Civilizaciones» es un absurdo en el terreno material
Ni las civilizaciones ni las culturas son «esferas sustantivas», sino sistemas dinámicos de instituciones
Bajo el término «Alianza» hay que entender otras cosas
La «Alianza de Civilizaciones» como pensamiento oscurantista y confusionario
Final
Capítulo 2. Sobre la mujer piensa Alicia: «Como mujer, no tengo patria. Mi patria es el Mundo.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
Modo de hablar en primera persona y en tercera persona
Este enunciado Alicia consta de tres proposiciones
El concepto clase «mujer» y su ecualización con el concepto clase «varón»
El «Género mujer» y el «Género varón»
Las clases «mujer» y «varón» desde una perspectiva atributiva
Significados diversos de las tres proposiciones de Alicia, según el tipo de clase elegida
III. Crítica
Final
Capítulo 3. Sobre el diálogo piensa Alicia: «Hablando se entiende la gente.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
«Hablando se entiende la gente», como proposición descriptiva y como proposición normativa
Términos, operaciones, relaciones: gente, hablar, entenderse
Gente, como conjunto de términos
Hablar, como operación
Entenderse, como relación
III. Crítica
El aforismo «hablando se entiende la gente» como parte de un «sistema de aforismos»
El sistema de aforismos implicados
El aforismo (1) como una versión dialéctica del aforismo (8)
El aforismo (2), «la gente se entiende si habla»
El aforismo (3), «callando se entiende la gente»
El aforismo (4), «hablando no se entiende la gente»
«Hablando se entiende la gente» como aforismo imprudente
Por qué el Rey utilizó el aforismo «hablando se entiende la gente»
Final
Capítulo 4. Sobre Franco y el franquismo piensa Alicia: «Franco se alzó el 18 de julio de 1936 contra la República, que se había constituido como la primera democracia parlamentaria en España en las elecciones de abril de 1931. Tras una guerra cruel Franco logró destruirla gracias a la ayuda de las potencias fascistas europeas. Con su alzamiento, Franco detuvo en España el curso de la línea de progreso democrático al que la República había logrado incorporarla, y retrotrajo a España a la época medieval (inquisición, tortura, terrorismo de Estado...). Los cuarenta años de Franco representan para la historia de España y, por supuesto, de Europa y del mundo, un tenebroso paréntesis, comparable al que Hitler abrió para Alemania (y para Europa y para el mundo). La luz que la democracia del presente ha logrado recuperar es un reflejo de la luz que la Segunda República comenzó a alumbrar hace setenta y cinco años. Esa luz llega a nosotros tras el paréntesis de los cuarenta años de franquismo. Conviene que mantengamos en todo caso fresca la memoria histórica, tanto de aquella época luminosa de la República como de la oscura época franquista que la siguió, a fin de que las nuevas generaciones puedan apreciar la grandeza de nuestra democracia, que en 1978 logró aplastar definitivamente a la dictadura franquista.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
La República de 1931 no fue una Caperucita Roja que llevaba alimentos a su abuelita España
El lobo no se tragó a España
El «franquismo» no es una realidad homogénea y continua
III. Crítica
«Juicios de hecho» y «juicios de valor»
El simplismo de la disyuntiva franquismo (fascismo) y antifranquismo (antifascismo)
Partidismo y parcialismo
Del parcialismo maniqueo al parcialismo plural
Intento de desbordar el parcialismo mediante un partidismo total negativo
Las «democracias occidentales» ¿ayudaron a Franco?
Política de palo y zanahoria, pero al revés
Dialéctica de clases y dialéctica de Estados
Final
Capítulo 5. Sobre los derechos de los simios piensa Alicia: «Como los simios actuales (chimpancés, gibones, gorilas, orangutanes, bonobos) son parientes muy cercanos a nosotros, a las personas humanas, y como según va descubriendo día a día la investigación científica, genética y etológica es cada vez mayor el número de relaciones de semejanza o igualdad entre ellos (los simios) y nosotros (las personas humanas), parece obligado extender a los simios los derechos que atribuimos a las personas humanas. Sólo de este modo, guiados por el avance de la ciencia moderna, podremos comenzar a reparar la injusticia, el horror o el ensañamiento que suelen estar implicados en el trato discriminatorio que es costumbre dar a nuestros primos hermanos, como si fueran bestias estúpidas o autómatas que pudieran ser descuartizados en vivisecciones pseudocientíficas, sea para extraer de ellos órganos para implantar en los hombres, o que puedan ser vejados, enjaulados, torturados, humillados o exterminados en el circo, en el zoo o en el ring, para entretener nuestro aburrimiento.»
I. Paráfrasis
Contra los autómatas cartesianos
Darwin «pone en marcha» los cuadros del tablero de Linneo
El darwinismo paleontológico y la revolución etológica y genómica
Los antepasados del hombre ya no existen; pero sí sus primos hermanos
II. Análisis
Igualdad fuerte, igualdad débil
Las relaciones de igualdad o semejanza entre simios, hombres y personas carecen de sentido si no se dan los parámetros
Seres humanos y personas humanas: hombres y personas
Conceptos autotéticos y conceptos alotéticos
«Hombre» como concepto autotético; «Personas humana» como concepto alotético
Sobre las diferencias entre simios, hombres y personas
Sobre las «razas humanas»
La relación de «dominación»
Esbozo de una doctrina transformista del hombre en persona humana
La persona humana no es un concepto unívoco, sino análogo
La persona humana no es definible positivamente por atributos autotéticos; requiere atributos alotéticos
Las personas forman una clase oblicua, que no es unívoca
La persona humana como familia de instituciones análogas, a veces enfrentadas entre sí
III. Crítica
Final
Capítulo 6. Sobre la solidaridad piensa Alicia: «El principio de Solidaridad –que podría expresarse en este precepto: ‘Debéis ser solidarios’– es la norma ética más segura que los hombres hayan podido llegar a formularse como guía en su marcha por los caminos que conducen a una paz universal y duradera.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
Solidaridad personal y solidaridad impersonal
Solidaridad definida y solidaridad indefinida
La solidaridad entre los hombres y las personas humanas
Cuatro situaciones de solidaridad humana
Dos modalidades de la solidaridad definida
Las solidaridades simples como aspectos abstractos de solidaridades complejas
Las solidaridades armónicas (amistosas) implican siempre algún tipo de antagonismo
Solidaridades indefinidas
La solidaridad originaria
Evolución de la idea de solidaridad a partir de su sentido «moderno»
La solidaridad, en sentido moderno, deriva de otras acepciones previas, sobre todo jurídicas
El sentido moderno de la solidaridad es el de la solidaridad indefinida
La idea de solidaridad de Leroux, ¿se fundamenta en un humanismo absoluto?
Solidaridad y fraternidad
De la «solidaridad cósmica» a la «solidaridad sociológica»
«Solidaridad mecánica» y «solidaridad orgánica»
Otras fundamentaciones de la solidaridad: solidaridad individualista y solidaridad jurídico-socialista
La fundamentación política de la solidaridad
III. Crítica
La solidaridad Alicia es una solidaridad formal
La solidaridad se enfrenta muchas veces a los valores éticos
Valores éticos, morales y políticos enfrentados a la solidaridad
La solidaridad enfrentada a la solidaridad
El principio formal de solidaridad encubre los fundamentos de la conducta
El principio formal de solidaridad como principio confusionario
Final
Capítulo 7. Sobre la memoria histórica piensa Alicia: «Una sociedad sin historia es una sociedad condenada a repetirla, es decir, por tanto, a repetir los errores (y los crímenes) del pasado. Por ello, cuando hablamos de España, es necesario recuperar y mantener la memoria histórica y muy particularmente la memoria histórica de la Guerra Civil española y de la dictadura franquista si no queremos repetir sus horrores.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
La Historia objetiva se mantiene en un plano distinto de aquel en el que actúa la «memoria histórica»
La Historia obra del Entendimiento (como capacidad de juzgar) y de la Razón, no de la Memoria ni de la Imaginación
Memorias individuales que no pueden ser eliminadas del tejido de la Historia objetiva
Los futuribles
Sobre la «responsabilidad» en Historia
III. Crítica
La llamada memoria histórica no puede considerarse activada por la «curiosidad hacia el pretérito»
¿Por qué los enfrentamientos partidistas del presente estimulan la llamada «memoria histórica»?
Una ilustración del modo como el parcialismo partidista puede actuar como estímulo de la memoria histórica
Final
Capítulo 8. Sobre el pluralismo cultural piensa Alicia: «La pluralidad de culturas (de ‘esferas culturales’, acaso de ‘civilizaciones’) es un hecho incontestable. Pero constituiría un absurdo ejercicio de etnocentrismo cultural cualquier proyecto político que, inspirándose en el principio de jerarquía y desigualdad entre las culturas, rayano con el racismo, se orientase hacia la hegemonía de una cultura dada (por ejemplo la ‘cultura o civilización occidental’) sobre todas las demás. La única política posible habrá de inspirarse en el reconocimiento de la igualdad de todas las culturas, y en el respeto mutuo entre ellas, ya sea en la forma de separación o de coexistencia pasiva (‘iguales pero separados’), ya sea preferentemente en la forma de cooperación o coexistencia activa y armónica, de acuerdo con el proyecto de la Alianza de las Civilizaciones.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
La Idea de las «esferas culturales»
La Idea de las «esferas culturales» está en la base de la disyuntiva entre el etnocentrismo, el relativismo y el pluralismo cultural
Alcance de cada una de las tres opciones disyuntivas
III. Crítica
Contra la sustancialización de las «esferas culturales»
Contra la sustancialización de los componentes de las «esferas culturales»
Final
Capítulo 9. Sobre España y la Nación española piensa Alicia: «No veo por qué hay que hacer tanto ruido en el momento de debatir la reforma de los Estatutos de las Comunidades Autónomas sobre la cuestión de si España es o no es una Nación (o una nacionalidad, o una realidad nacional), o si son o no son naciones (o nacionalidades, o realidades nacionales) Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, País Vasco, Galicia, Aragón, etc. Pues España, Andalucía, Comunidad Valenciana, etc., son lo que son; por tanto, llamarlas Naciones, nacionalidades o realidades nacionales es sólo cuestión de palabras (‘cuestiones semánticas’) o de sentimientos (‘de sensibilidades’). Cada cual que las llame como quiera y las sienta como lo mande su sensibilidad. Lo único que hace falta es que haya paz, que nos respetemos unos a otros democráticamente nuestras palabras y nuestros sentimientos, y Dios dirá.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
Diferencia de conceptos, no sólo de palabras
Nación en sentido étnico-cultura y Nación en sentido político
El término «nación» es un universal que se despliega en tres géneros diferentes
Nación en sentido biológico, o de primer género
Nación en sentido étnico cultural, o de segundo género
La nación histórica, como especie del segundo género, no es aún Nación política (o de tercer género)
La Nación en sentido político, o de tercer género
La nación fraccionaria, segunda especie del tercer género de Nación, o Nación política
Involucración de los diversos géneros y especies de nación
Los términos «nacionalidad» y «realidad nacional» dependen de la Nación como la sonrisa del gato depende del gato
El dilema aplicado a la España de las Autonomías
Si España es una Nación política (del tercer género) las «nacionalidades autonómicas» sólo podrán ser naciones del segundo género
Si las nacionalidades (o realidades nacionales) son Naciones políticas, España no podrá ser Nación del tercer género, sino, a lo sumo, de segundo género
III. Crítica
Final
Capítulo 10. Sobre la democracia piensa Alicia: «La transformación de las sociedades despóticas en sociedades democráticas ha permitido a los hombres alcanzar la libertad y la igualdad como personas, sujetos de derechos civiles y políticos. En consecuencia, la condición de demócrata habrá de asumirse como título de legítimo orgullo por cualquier hombre consciente de que la fuente de su dignidad como persona humana, mana precisamente de la sociedad democrática de la que forma parte. Sólo con la democracia cada hombre podrá relacionarse de mil maneras con los demás, cambiando de discursos y de pases cuando haga falta. No olvidemos nunca que la esencia de la democracia es la cintura.»
I. Paráfrasis
II. Análisis
Democracia ideal y democracia realmente existente; democracia formal y democracia material
No sólo hay diversas formas de democracia real; también hay diversos tipos de democracia ideal
Democracia formal en el plano específico político y en el plano genérico
Democracia procedimental como democracia formal genérica
Democracia formal específica
No son «déficits» de la democracia las condiciones necesarias para su existencia
La materia de la democracia no se agrega a una forma previamente dada, sino que es la forma democrática la que brota de la materia
El punto de partida es la materia de la democracia, no su forma ideal
La libertad objetiva como materia de la democracia política
La materia de la sociedad democrática es la sociedad de mercado pletórico, y de ella brota la libertad objetiva
Conexión entre mercado pletórico y la libertad objetiva
La libertad es un proceso social, no sólo individual
El sufragio universal
III. Crítica
La democracia supone la libertad-de... respecto del régimen autocrático
La libertad positiva (libertad-para) y la democracia
Límites estructurales de la libertad positiva del elector democrático
La democracia y la igualdad.Tributación y confiscación
Final
Capítulo 11. Sobre el humanismo piensa Alicia: «El humanismo es la única ideología decente que puede tomarse como fundamento para ordenar la convivencia humana en el mundo globalizado del siglo XXI.»
I. Paráfrasis
Todos los «valores decentes» proceden del hombre y terminan desembocando en él
Humanismo y pacifismo
El pacifismo como «falsa conciencia»
II. Análisis
«El hombre es la medida de todas las cosas»
Humanismo y personalismo
III. Crítica
El «hombre» no es una unidad originaria de medida de todas las cosas
El círculo vicioso del humanismo: definir el humanismo por el hombre y el hombre por el humanismo
Diferentes modelos de humanismo y de hombre
Educación humanística
Educación, ¿para qué?
Educación cívica como humanismo
En qué condiciones la educación en la cultura de un pueblo puede considerarse educación humanística
Humanismo como pacifismo, como abolicionismo, como democratismo
Crítica a dos panfletos humanísticos
El «ideal de la Humanidad»
Crítica del Manifiesto humanista 2000
Final
Final. El «Pensamiento Alicia» se vuelve pensamiento de mala fe
Bibliografía
Índice onomástico

Fundación Gustavo Bueno www.fgbueno.es




sábado, septiembre 02, 2006

contra los impostores religiosos y culturales

critica filosofica


el mundo está necesitado de ideas que ayuden a neutralizar y conrarrestar el poder de quienes nos tratan de gobernar cual rebaños de borregos ( obviamente con el fin de trasquilarnos sistemáticamente )
la cultura y la(s) religión(es)y sus diversos, pero similares dogmas e ideologías morales vinculados a religiones y cultura son algunos de los principales elementos utilizados por estos astores de rebaños que se llaman políticos, periodistas, sacerdotes y buena parte de los educadores (maestros y profesores de todos los niveles)
Resulta básico para luchar contra estos pastores de rebaños que no son sino grandes IMPOSTORES que viven de la mentira y el engaño como secretos de su modus operandi, definir qué es la cultura y qué es la religión. Para esta labor previa a cualquier estrategia anti impostura se necesita partir de unas líneas claras de lo que es el enemigo a batir y disponemos de algunas muy valiosas herramientas al respecto en el Diccionario Filosoófico de Pelayo García , obra de gran ayuda para nuestros propósitos de quitar las máscaras a los miles de impostores que pululan en todo el mundo
Para evitar que nos sigan engañando y ROBANDO debemos necesariamente de entender con meridiana claridad que es preciso defender y demostrar que el gonsoticismo y la fe religiosa son armas contra nuestra propia libertad y nuestra propia capacidad de ser por ende libres en la medidada posible. Es decir, la fe en una razón falaz y mentirosa por definición ( por estar fundada en DOGMAS irracionales)nos coarta gravemente la libertad en todos sus sentidos: como personas, como miebros de una sociedad política, como parte de las estructuras económicas de las diversas sociedaes del mundo &tc
Defender el ateismo no es una cuestión exclusivamente religiosa, es bastante más que eso, es luchar contra quienes pretenden de una u otra manera, que seamos PRÁCTICAMENTE SIERVOS DE LOS "PASTORES": PASTORES DE LA CULTURA (el más rentable mito de lpresente en muchos países,por cierto, pero se trata de algo de mucho mayor alcance práctico y sociopolítyico que un mero negocio lucrativo)QUE PREDICAN DESDE LOS PÚLPITOS POLÍTICOS , MEDIÁTICOS, ACADÉMICOS Y DE LA EDUCACIÓN EN TODOS LOS NIVELES ORQUESTADOS DESDE EL PODER( MINISTERIOS DE EDUCACIÓN), ¡ casi siempre creyendo lo cotrario, gracias a los gestores y creadores de la IMPOSTURA PERMANENTE!
Comenzar la tarea por los dogmas religiosos puede ser el primer escalón hacia la libertad mediante el entendimiento...
No debemos perder de vista el hecho fundamental en esta batalla de que entre los dogmas religiosos y culturales que se predican en elpresente hay un fuerte y vital vínculo con las normas tanto éticas y norales de la sociedad controlada por los IMPOSTORES: ¿ cómo se lleva a cabo este enlace clave para los intereses de los pastores de rebaños ? insistiendo permanentemente, machacionamente emn todos los frentes, día tras día minuto a minuto, en la veracidad d elos falaces dogmas: no robarás, no matarás, no desearás la mujer de tu1 prójimo, amarás Dios..etc, aun Dios que nadie puede haber visto jamás porque no es posible, según la razón humana, ver a alguien inexistente ( el dios de las religiones monoteístas es una mera Idea pues no hay refernte material fenoménico alguno tra sla desaparición de los dioses o númenes animales en las primeras fases de la religión ), que sólo es producto de mentiras especialmente diseñadas por los grandes impostores para imbéciles mentales o sometidos por la fuerza de una u otra manera...

martes, febrero 21, 2006

critica al ataque islámico contra Europa en forma de manifestaciones violentas por el asuntode la caricaturización de mahoma

Mahoma en Europa y sus caricaturas

Los medios occidentales han dedicado las dos últimas semanas( aproximadamente ) a comentar el asunto de un diario danés Jyllands-Posten de la ciudad de Aarhus, el cual publicara en noviembre del 2005 unas viñetas sobre el profeta de los musulmanes, Mahoma. La reacción de miles de musulmanes quemando banderas danesas y luego de otros Estados de Europa y de Estados Unidos de Norteamérica es asunto de interés
El artículo de Gustavo Bueno, filósofo español, en la revista de internet El Catoblpas nos parece digno de lectura para tratar de comprenader el fenómeno de estas manifestaciones anti europeas y anti occidentales( anti Israel y EEUU)

El Catoblepasnúmero 48 • febrero 2006 • página 2
Sobre el «respeto» a Mahoma y al Islamismo,y sobre la «condena moral» de las caricaturas
Gustavo Bueno
Se tratan algunas cuestiones de carácter teológico y estéticosuscitadas por los dibujos en torno a Mahoma
1
Desde un punto de vista práctico, acaso pueda decirse que la publicación de las llamadas «caricaturas de Mahoma» puede servir a «Occidente» para desvelarle el alcance que tiene hoy el resentimiento del mundo islámico contra ese mismo Occidente, y cómo está sirviendo también a los propios musulmanes para aflorar o consolidar unas vinculaciones entre las diferentes partes de la Umma que antes no existían. No es que no preexistiera una conciencia difusa de estos vínculos; lo que ocurre es que esta conciencia difusa puede estar transformándose en un tejido objetivo de unidad frente a Occidente, a partir de la traducción de tan abundantes e intensas protestas musulmanas por los canales de televisión y por los medios durante varias semanas. También es verdad que esta movilización «universal» del Islam contra Occidente, que, a su juicio se ha reído de sus valores más preciados, puede moldear también un cauce de prudencia en amplios sectores del Islam, político y económico, más directamente vinculados a la explotación de esa «bendición de Alá» que llamamos petróleo. Pues los políticos musulmanes, incluso aquellos que se apresuran a producir energías alternativas, saben que dependen económicamente de Occidente, saben que él fue quien pudo extraer el petróleo de los yacimientos que ellos ocupaban de modo ignorante, y de meterlo, tras refinarlo, en millones de barriles y transportarlo a esas «tierras irredentas» en donde el número de inmigrantes musulmanes aumenta cada día, sin perder la fidelidad al Islam.
2
En cualquier caso no nos parece que las oleadas de protestas que en muchos países mahometanos se han producido a raíz de la publicación de las famosas «caricaturas de Mahoma» puedan ser explicadas como una reacción espontánea de los creyentes musulmanes indignados ante un ataque gratuito e intolerable a su fe más profunda. Y no puede ser explicado así –y en este punto los «analistas occidentales» han alcanzado amplio consenso– porque la inmensa mayoría de los manifestantes no vieron ni podrían haber visto estas caricaturas, y no solo porque su religión se lo prohíbe, sino porque los medios de comunicación no dan para más entre analfabetos. Han tenido que esperar a que otros correligionarios, o acaso aliados, informasen a los cuatro meses de su publicación en el Jyllands-Posten de Copenhague.
Este intervalo es significativo, no es un «detalle oligofrénico». Si la reacción se hubiera producido en octubre, es decir, en el tiempo preciso para que los imanes daneses hubieran transmitido la noticia de la blasfemia a sus colegas asiáticos o africanos, y a través de ellos a los pueblos islamizados, se entendería por qué se habría producido en tal fecha, en caliente, semejante reacción. Pero sabiendo que el pueblo musulmán, la Umma, no se enteró durante meses, la pregunta obligada es esta: ¿por qué enteraron al pueblo musulmán en enero de 2006? Damos por supuesto que los dirigentes del Islam más activo (el Irak de Al-Qaeda, por ejemplo) ya conocieron las caricaturas al publicarse; sabemos también que en diciembre de 2005 se reunieron en La Meca los 57 dirigentes de una Conferencia Islámica, y allí acordaron sin duda organizar las protestas. Pero, ¿por qué esperar a febrero para mover a los pueblos musulmanes, contando, eso sí, con la disposición resentida de estos pueblos a exaltarse? En modo alguno cabe pensar que las reacciones fueron impuestas por ulemas o imanes, cuyas palabras incendiarias poco podrían haber hecho si no actuasen sobre una población inflamable.
Cabe bosquejar diversas respuestas, que van desde la victoria de Hamas en Palestina, hasta la política de desarrollo de la energía nuclear en Irán. Tanto Palestina como Irán mantienen una clara actitud beligerante, de yihad, contra Occidente (Israel, EEUU, Europa). La fecha elegida para garantizar el éxito de las reacciones podría ser una fecha estratégica, que respaldase la actitud de los beligerantes y de aviso a los «cafres», una ocasión de cerrar filas contra los enemigos del Islam. Según esto, los pueblos islámicos estarían reaccionando, por tanto, no ya contra el contenido irónico o insultante de unas viñetas, sino contra los occidentales, judíos o cristianos, que las publican o reproducen.
3
Ahora bien: ni siquiera es fácil explicar por qué el «pueblo musulmán» considera insultantes, menos aún, irónicas, a las caricaturas, fuera aparte de lo que tienen de trasgresión del tabú de la imagen. Porque es evidente que si el contenido hubiera tenido otro signo –por ejemplo una imagen bondadosa y pacífica de Mahoma– la reacción no se hubiera producido, a pesar del tabú de evitación vigente.
Pero, ¿por qué tendrían los musulmanes que sentirse ofendidos al contemplar a un supuesto dibujo de Mahoma, a cuyo turbante va amarrada una bomba? ¿Por qué tendrían que sentirse ofendidos por una caricatura, pensada desde un sincretismo extravagante, en la que una especie de San Pedro detiene la entrada al edén musulmán a unos mujaidines que acaban de inmolarse diciéndoles algo así como esto: «no sigáis viniendo porque ya han entrado tantos compañeros vuestros que no quedan disponibles vírgenes huríes»? ¿Acaso los musulmanes fundamentalistas no consideran un acto glorioso el hacer estallar, en nombre de Mahoma, una bomba en medio de una embajada? ¿Acaso, cuando van a poner la bomba, no van acompañados de la esperanza segura de acercarse de inmediato a las vírgenes que les esperan en el Cielo? Teniendo en cuenta estos presupuestos, la cosa no sería para ponerse así. Tampoco un cristiano se ofende cuando ve una viñeta en la que aparece en encantadora escena doméstica la sagrada familia –San José cepillando con su garlopa un tablón; el niño Jesús jugando con las virutas; la Virgen María bordando una tela en un bastidor– junto con una paloma que acaba de posarse en el alfeizar de la ventana. La viñeta ofrecía un «globo» que salía de la boca de San José, que, sin dejar de cepillar, tranquilamente, decía: «María, apártate de la ventana que no quiero más disgustos.» Esta viñeta, para un cristiano no constituía propiamente una blasfemia (de hecho era tema de conversación entre algunos sacerdotes católicos); a lo sumo era una irónica manera de suscitar al cristiano una meditación sobre los símbolos por los que se expresa el Dogma de la Encarnación. Podría ser una viñeta piarum aurum offensiva, sobre todo en algunas épocas históricas (en las décadas españolas de los cuarenta y cincuenta no hubiera podido ser publicada en España, pero sí podía circular entre muchos católicos practicantes y entre muchos sacerdotes, como hemos dicho).
Esto da pie a pensar que las reacciones tan violentas de febrero corriente no representan sólo a los fundamentalistas (cuya fe les impediría incluso ver los componentes ofensivos de las viñetas), sino también a los islamistas no fundamentalistas, acaso excesivamente inertes o interesados sólo por su enfrentamiento contra Israel o EEUU, pero no tanto contra Europa, objetivo de Al Qaeda (11 de marzo de 2003 en Madrid, 7 de julio de 2005 en Londres). Al informarles a su modo sobre las viñetas, acaso los imanes buscaban «ampliar el horizonte», descorriendo el velo que les impide ver más allá de unas narices, que sólo huelen a Israel o a Estados Unidos, haciéndoles ver que también Dinamarca, Noruega, Alemania, Francia, Inglaterra o España son «objetos imprescindibles de odio» desde la perspectiva de la expansión islámica. En resumen, las reacciones desproporcionadas –según tantos analistas– de los pueblos musulmanes con la disculpa de las viñetas de Mahoma no irían dirigidas directamente por el Islam o por la Umma contra Occidente, sino que irían dirigidas desde una parte del Islam (la parte fundamentalista) hasta la otra parte del Islam menos activa, a fin de excitarla adecuadamente (si nos atenemos a las estimaciones de Gustavo de Arístegui, cabría cuantificar de este modo la situación: irían dirigidas, desde los 400 millones de musulmanes comprometidos con la Yihad, a los 800 millones de musulmanes tibios o pacifistas).
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Pasemos ahora a analizar brevemente las reacciones que «Occidente» mantiene ante las viñetas. No son unánimes.
Ante todo, hay que tener en cuenta que las viñetas no fueron una simple ocurrencia de unos dibujantes: fue la dirección de un periódico danés de gran tirada quien las promovió. ¿Cual fue el motor que impulsó al periódico a invitar a varios artistas a ensayar dibujos sobre Mahoma? Desde luego no cabe pensar que se tratase de una invitación gratuita, destinada a manifestar el ingenio de los artistas. Tampoco hay por qué pensar en un ataque directo contra los fundamentalistas, pues todos tenían que saber que tales ensayos, o no serían vistos como agresivos o no les convencerían. Acaso era un test para medir la sensibilidad de los inmigrantes, por tanto, su grado de integración en Dinamarca; un test dirigido a los inmigrantes musulmanes más tibios, y a la vez colaborar a la reflexión (caricaturas similares habían aparecido en Alemania años antes, y no provocaron tales reacciones entre los países musulmanes). Tampoco hay que pensar que los autores de las viñetas actuaron «en nombre de la libertad de expresión»; en el nombre de esta libertad habrán actuado, a lo sumo, ciertas revistas europeas que reprodujeron las viñetas o crearon otras nuevas.
La reacción a los manifestantes musulmanes en nombre de la «libertad de expresión conquistada por la democracia», nos parece una justificación demasiado formal y genérica y, en todo caso, ex post facto. Porque la libertad de expresión (dado que es muy difícil reconocer la existencia de la libertad de pensamiento) es sólo una libertad-de (es decir, respecto de quien me lo impide), y la libertad real es una libertad-para, es decir, una libertad material que atiende a los contenidos. Y, ¿para qué se dibujan las caricaturas de Mahoma? Los dibujantes, intelectuales y artistas, proclamarán su derecho a dibujar cualquier «creación», pero esta justificación no es suficiente. Concedamos esa libertad, pero ella no justifica la «creación» y la publicación de cualquier viñeta. Por ejemplo, algunos han dicho, en Francia y en España sobre todo, que está justificado ironizar contra Dios porque «Dios es humor». Pero esta es una simple tontería teológica, cuando se refiere al Dios de las religiones terciarias; además las caricaturas acerca de Dios –como las que Máximo acostumbra en El País– son puros sinsentidos, tanto si se piensa que Dios no existe como si se tiene en cuenta que Dios es único, infinito e invisible. Dios no puede representarse, en efecto, ya sea por ser espiritual, ya sea por ser infinito, ya sea por ser ambas cosas a la vez: y en estos supuestos se fundó el iconoclasmo desencadenado por León III en Bizancio (bajo influencia musulmana) en la época de Alfonso II de Oviedo (algunas veces hemos pensado si acaso los ángeles que figuran en la Cruz de Oviedo fueron en realidad traídos por unos orfebres que, confundidos con ángeles, venían huyendo hacia Occidente de la inquisición iconoclasta bizantina).
Pero en cualquier caso, y esto se ha olvidado excesivamente a lo largo de los debates, el tabú iconoclasta ante Dios no afecta a Mahoma, porque Mahoma no es Alá, sino su profeta, es decir, un hombre. De hecho, Mahoma fue representado por musulmanes durante los siglos medievales, y más tarde fue cristalizando el tabú de su imagen. Y la escasez de iconografía hace dudosa la posibilidad de hacer caricaturas de Mahoma, porque la caricatura sólo es posible cuando se dan por supuesto los rasgos del original.
Sin embargo esto no altera el fondo de la cuestión: las viñetas, sean o no caricaturas, son dibujos que quieren representar a Mahoma, acaso según las técnicas del retrato robot, y esto bastaría para incumplir el tabú. Y también para justificar la razón por la cual un importante diario danés, Jyllands-Posten, publicase la hoy ya famosa serie de doce dibujos sobre Mahoma. Una razón que tiene mucho que ver con los debates sobre el iconoclasmo y que afecta a la base misma de nuestra civilización racionalista. Pues no se trataría en este caso, por parte de los artistas daneses, o europeos en general, de reivindicar una libertad-de, sino de reivindicar una libertad-para dibujar o representar cualquiera de las realidades o morfologías de nuestro mundo, como única forma de lograr entenderlo («nada puedo entender, decía Lord Kelvin, si no puedo dibujarlo»). Por ello, no puedo entender como verdadero al decaedro regular ni tampoco al Acto Puro, precisamente porque no puedo representarlo, ni en dos ni en tres dimensiones. El tabú de la representación de Dios es un pseudo tabú, porque no puede considerarse opuesto a la «representación de Dios». Tampoco cabe hablar del tabú para esculpir un decaedro regular, como tampoco podemos considerar como norma de un sistema moral o jurídico un precepto que prohíba o establezca el tabú de comer carne de hipogrifo. Ni el hipogrifo, ni el decaedro regular, ni el Acto Puro, ni Dios existen.
Ahora bien: si Mahoma existió realmente como hombre, debe poder ser representado, y el tabú de su representación es mero oscurantismo, inadmisible de todo punto. No defenderíamos por tanto a quienes han publicado dibujos de Mahoma acogiéndonos a una libertad genérica de expresión, bajo cuyo manto estuviese protegida la decisión de publicar dibujos sobre Mahoma; defendemos la justificación de los dibujos de Mahoma pensando precisamente en el propio Mahoma. Los iconoclastas que mantienen el tabú de su representación han de considerarse como incompatibles con nuestra civilización racionalista, que necesita dibujar de un modo más o menos aproximado lo que existe para entenderlo y para juzgarlo. Y aquí no caben cuestiones de respeto, menos aún de veneración o de cualquier otra cosa. Sencillamente quien se niega a que sean representadas las figuras en las que él dice creer, habrá de ser visto como un peligroso oscurantista que hace imposible su integración en la única civilización existente.
Por tanto, el tabú de esa representación no puede ser respetable, «por razones de principio», y, en consecuencia, la voluntad de representar a Mahoma por parte de un «ciudadano occidental» no podría reducirse a la condición de un capricho banal o frívolo, sino que está vinculada a la misma posibilidad de entendimiento con los musulmanes, cada vez más presente en nuestros territorios. Pero precisamente fue, al parecer, esta «voluntad pedagógica» de entender a los musulmanes a través de la representación de su profeta, Mahoma, para poder juzgarlo, lo que movió al periódico Jyllands-Posten a convocar a los dibujantes para tratar de responder a la denuncia de un escritos danés, Kaare Bluitgen, que había manifestado en el periódico Politiken, quince días antes de la publicación de los dibujos (el 30 de septiembre de 2005) las dificultades que encontraba para ilustrar un libro suyo destinado a explicar a los niños la vida de Mahoma. Un problema pedagógico, por tanto, pero que afecta al fondo mismo del conocimiento de los musulmanes por ateos, judíos y cristianos.
A nuestro juicio las reacciones de quienes apelan genéricamente a la libertad de expresión nos parecen, por tanto, injustificadas. Porque la libertad-para, como hemos dicho, sólo puede basarse en los contenidos de esa libertad: yo no tengo libertad para insultar gratuitamente a otro, aunque mis insultos se apoyen en alguna verdad. Sin embargo quienes apelan a la libertad para justificar la publicación de las viñetas, tienen mayores razones si se refieren a la libertad-para que a la libertad-de quien se lo quiere impedir por razones que no pueden considerarse objetivamente como insulto alguno, salvo que se esté dispuesto a compartir, en nombre de un extraño afán de convivencia, con personas que no tienen razón, que son irracionales.
Sin duda, la libertad-de quien nos impide algo (aún sin entrar en los contenidos) es en principio muy importante, porque mide la autoridad y poder de quien pretende impedírnosla: no se trata del huevo sino del fuero, y es lo que se dice en muchas ocasiones. Si el tabú de la imagen de Mahoma procede de los musulmanes, ¿por qué tenemos que someternos a ellos para obedecer a semejante tabú? Sería una sumisión absurda, cualquiera que fuera el contenido de esa libertad o el alcance de tal representación. En cualquier caso insistimos en que no nos parece conveniente tratar de hacer ver que los artistas dibujaron las viñetas como un modo de manifestar su «libertad de creación». La «creación de los contenidos», desde el punto de vista del materialismo, es absurda, en cuanto creación ex nihilo. Esta «creación» ha de nutrirse de conceptos e ideas sobre Mahoma, sobre el profeta y sobre el Islam, y en rigor, quienes defienden, sin límite alguno la libertad de expresión, es porque están defendiendo la libertad-de, una libertad puramente formal, y en sí misma insuficiente e indefendible como exclusiva.
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Nos interesa más las reacciones que en Occidente se han producido ante las viñetas y ante las reacciones ante las viñetas en función de sus contenidos, es decir, en función de la libertad material, o la libertad-para, y no en función de la libertad formal, o libertad-de.
Estas reacciones son muy heterogéneas y caben muchos criterios de clasificación. Evitando la prolijidad me atendré a la clasificación siguiente en dos grupos:
A. Aquellos que no limitan en modo alguno la libertad-para en nombre de un principio de proliferación o, acaso, de «biodiversidad»: todo lo que se le ocurre a un artista creador ha de publicarse, en nombre del valor que la obra pueda encarnar, y ha de encarnar por el mero hecho de haber sido concebida por el artista, escritor o creador. Aquí no se justifica la publicación ni siquiera en nombre de la libertad formal, sino por la atribución de valor a cualquier obra de arte: es la justificación a la cual las vanguardias acuden una y otra vez. Es la justificación de las tallas de los judíos que observamos hoy en los coros de las catedrales, la justificación de Viridiana de Buñuel o de los dibujos absurdos de Carelman o de Escher. Estas justificaciones pueden confundirse con las formales, pero son distintas, y no nos parece aquí oportuno ahondar en esta cuestión.
B. Aquellas que discriminan los contenidos artísticos (de las viñetas, en nuestro caso). Y esta justificación puede basarse en tres fundamentos distintos:
a) En función de una libertad material, de índole «racionalista», en el sentido de la Ilustración, consistente en la libertad-para destruir dogmas o figuras consideradas supersticiosas. El prototipo de estas alegaciones a la libertad podríamos ponerlo en el libro del Barón de Holbach, Moisés, Jesús y Mahoma. Las frases que en este libro pueden leerse aún hoy dan ciento y raya a las viñetas que nos ocupan, aunque llegan a menos gentes, por aquello de que una imagen vale mil palabras (sin duda, querrá decirse: «vale más para la gente analfabeta»).
La defensa de la libertad de expresión no tiene que ver tanto simplemente con la libertad-de conquistada como libertad democrática por la Europa salida de la Revolución Francesa. Tiene que ver con la libertad-para promovida por grupos de hombres poseedores de determinados argumentos y tradiciones contra quienes mantenían o siguen manteniendo el oscurantismo y la superstición.
Esta es una justificación de las viñetas desde perspectivas no pacifistas o dialogantes, sino «militantes», que pocos se atreven a defender explícitamente (sobre todo si quienes mantienen estos argumentos son a su vez creyentes cristianos o judíos), aunque está implícitamente recogida, sobre todo, en las frases de quienes han recordado estos días a Voltaire o a Volney, incluso la cuestión de la tolerancia. Pero lo que no puede olvidarse es que la tolerancia se produjo en Europa como resultado de un equilibrio de fuerzas, cuando las fuerzas de los oprimidos llegaron a poder medirse con las fuerzas de los opresores. La Revolución Francesa, y después la Soviética, no se hicieron solo en nombre de la libertad de expresión, sino en nombre de la libertad para luchar contra la superstición propia del Antiguo Régimen, por no decir de la barbarie y del salvajismo.
¿Y por qué esta «cruzada contra la superstición» apareció en Europa (la Europa de raíces cristianas precisamente) y no entre los pueblos musulmanes, si la cruzada contra la superstición también rozaba al cristianismo?
Cabría decir –aunque aquí es imposible fundamentar esta tesis– que la Ilustración de la época moderna fue un fruto del cristianismo, más aún, del catolicismo (por paradójica que pueda resultar esta afirmación). Bastará recordar aquí que la identificación entre la Iglesia y el Estado, característica del Islam, no fue jamás propia del catolicismo. La Iglesia católica siempre mantuvo la doctrina de la separación de la Iglesia y del Estado («dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César») y fue tanto o más el Estado el que utilizó a la Iglesia («Por Dios hacia el Imperio») que la Iglesia quien utilizó al Estado («Por el Imperio hacia el Dios»), que también lo hizo, en lo que pudo, sin duda. La identidad, en España, del Estado y la Iglesia, comenzó siendo una herejía, la herejía arriana, que conducía al cesaropapismo; un cesaropapismo que se continúa en el islamismo (una herejía cristiana, según San Juan Damasceno) y que más tarde rebrotó en las iglesias reformadas (anglicanas o calvinistas), en las cuales todavía el príncipe o la princesa se confunde con el papa o con la papisa. Sobre esta base de la sociedad civil, como sociedad «perfecta en su género», según la fórmula escolástica, pudo fructificar la tolerancia que culminó en la revolución jacobina. No soy el primero que sugiere un lazo entre Robespierre y el catolicismo.
Y no es necesario subrayar aquí la importancia que la cuestión, al parecer particular, de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, tiene para el planteamiento de la cuestión de las relaciones entre la Razón y la Superstición.
b) Sin embargo las reacciones más frecuentes son las que tienen un carácter político-moral, son aquellas que apelan al respeto, a los valores de las otras culturas o civilizaciones, y a la condena moral y no solo política de toda acción que pueda dañar la convivencia armónica prevista en el proyecto de la «alianza de las civilizaciones».
En efecto, dejando de lado las declaraciones de Bush II (que pide contención, no solo por razones pragmáticas, sino acaso también porque sus fundamentos teístas se reconocen solidarios con los musulmanes, y piden contención en este terreno, pensando ganar en otros por vía económica o política) es en Europa en donde han prosperado más estas respuestas políticas (desde Putin hasta Zapatero). Pero, ¿qué se quiere decir con esto?
Si se habla de condena moral es porque en nombre de un grupo social se presupone la autolimitación de la libertad-para a fin de no herir las normas de otro grupo. Pero, ¿de qué grupo se habla? ¿De los grupos musulmanes o de los grupos europeos? Si los grupos europeos se rigen por la moral ilustrada, es su deber moral precisamente el que los incitará no a condenar las viñetas sino a publicarlas con valentía. Si se habla del respeto, se hará, o bien porque se apela (según la primera acepción del DRAE) a la veneración que ha de profesarse a los valores del otro, o bien porque se apela al temor, a la represalia (según la cuarta acepción del DRAE). Zapatero dijo en su discurso de Madrid, durante la cena con Putin: «Respeto la libertad, por supuesto, y respeto a las religiones de los otros.»
Pero, ¿cómo es posible a un racionalista respetar las leyendas de Mahoma relativas a las revelaciones por él recibidas del Arcángel San Gabriel? Sólo en la perspectiva armonista de la alianza de las civilizaciones podría esperarse que en la época de la Globalización puedan convivir, en el nombre del respeto mutuo, quienes creen que Cristo es una persona divina, y quienes creen que creer esto es una blasfemia, porque sólo Alá es divino. Por consiguiente el respeto de un cristiano ante las creencias de otro solo puede mantenerse, a efecto de su convivencia, poniendo entre paréntesis las creencias respectivas y relegándolas a la vida privada, es decir, abandonando las obligaciones proselitistas impuestas por el amor al prójimo. Pero esto no tiene nada que ver con la integración, tiene que ver más bien con una yuxtaposición más o menos superficial. El respeto a la libertad ajena sólo puede ser respeto de veneración o respeto de miedo (que ya justifica, sin embargo, la responsabilidad ante las reacciones).
Cabe advertir un curioso paralelismo entre esta ambigüedad, en rigor, un doble pensar implicado en la invocación al deber moral y al respeto, y la ambigüedad que viene manteniéndose en nuestros días a propósito del Estatuto catalán, en relación con la expresión «Nación» (Nación política y nación cultural). Cuando Zapatero, o Teresa de la Vega, invocan el deber moral, están utilizando una fórmula que unos interpretarán como deber moral hacia un grupo o hacia su enemigo; cuando invocan el respeto están utilizando una fórmula que unos podrán leer como veneración y otros como miedo o temor. Del mismo modo que cuando invocan el término ’nación’ están unas veces (cuando se dirigen a los nacionalistas) interpretando a la ’nación’ como Nación política (pero circunscrita al preámbulo) y a la vez, cuando se refieren a los españoles no nacionalistas, como nación cultural o étnica, en el sentido de las ’nacionalidades’ del articulado. De este modo los nacionalistas leerán la ’nacionalidad’ del articulado desde la ’nación’ del preámbulo, y los no nacionalistas leerán la ’nación’ del preámbulo desde la ’nacionalidad’ del articulado. Se trata de un modo de pensar, no ya flexible, sino tan blando y amorfo como pueda serlo un queso de Burgos. Quienes utilizan este modo de pensar, propio del pensamiento Alicia, dirán, sonriendo ante los contendientes, y en la convicción de haber resuelto el conflicto, lo que le decía aquel ciudadano a sus dos vecinos que veía jugando al ajedrez en el Casino de la villa: «¡Todos ganando, eh, todos ganando!» Un paso más hacia la «alianza de las civilizaciones», a cuyo proyecto ya se ha adherido el señor Moratinos y el señor Koffi Anam y últimamente el señor Putin y hasta el señor Bush II por boca de Condoleza Rice.
c) Obviamente quienes actúan desde una perspectiva militante no tienen por qué defender incondicionalmente, y al margen de toda consideración prudencial, los ataques a la superstición, a Mahoma en nuestro caso. Los límites de su «cruzada» los impondrá la fuerza de reacción atribuible al supersticioso. La ocasión, el momento, el modo y la manera han de ser establecidos por el conocimiento del poder de los agentes del contraataque.

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