viernes, diciembre 16, 2005

analizar el modelo orwelliano de Bush

El analista Carlos Fazio escribía en el año 2003 un artículo que hoy, en diciembre del 2005 resuta de interés inusitado por la conexión de los contenidos del mismo con los hechos que comenta estos día la prensa sobre graves errores de información sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak , razones que llevaron a EEUU a intervenir , a atacar militarmente a ese país de Oriente Medio
Me permito copiar íntegro el texto del artículo de Carlos Fazio :

En el marco del centenario de George Orwell (1903-1950), no está de más recordar que desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York, el presidente George W. Bush ha venido echando mano de la neohabla política en boga que recurre a la mentira y elimina las contradicciones, para timar a la población estadounidense y al mundo.

En su montaje propagandístico que tuvo como eje una supuesta amenaza a la "seguridad nacional" de Estados Unidos, Bush recurrió al estado de guerra permanente como fórmula ideal de lavado de cerebro masivo y control de la población. El discurso del miedo reforzó la ideología posmoderna anticipada por Orwell —la concepción de El Gran Hermano—, que predica que "la verdad está en la mente, no en la realidad", discurso que congela y a la vez revierte cualquier demanda de la ciudadanía en favor de una democratización.

En el posfacio a la novela de Orwell 1984 (Signet Books, New York, 1961), Erich Fromm, dice: "Orwell muestra el significado económico de la producción de armas, sin la cual el sistema económico no puede funcionar. Más aún, dibuja un cuadro impresionante sobre cómo tiene que desarrollarse una sociedad que se está preparando de manera constante para la guerra y, temerosa de ser atacada, busca los medios para la aniquilación completa de sus oponentes".

Y agrega: "El miedo y el odio hacia un posible agresor destruirán las actitudes básicas de una sociedad democrática, humanista". También analiza la descripción de Orwell sobre "la naturaleza de la verdad" en el contexto de un fenómeno que estaba ocurriendo en países industrializados de Occidente a un ritmo más lento que en la Unión Soviética y China. La cuestión básica que plantea Orwell, dice Fromm, "es si existe siquiera alguna cosa tal como la 'verdad'. La 'Realidad', según sostiene el partido dominante (en 1984), 'no es externa. La Realidad existe en la mente humana y en ninguna otra parte... lo que sea que el partido afirme que es verdad, es la verdad'. Si así fuere, entonces al controlar las mentes de los seres humanos, el partido controla la verdad".

En ese texto Fromm avizora la ideología posmoderna como algo anticipado por Orwell: "Los líderes están conscientes de que ellos mismos solo tienen una meta, y esa meta es el poder. Para ellos, el poder no es un medio; es un fin. Poder significa la capacidad para infligir dolor y sufrimiento ilimitados a otro ser humano. Para ellos, el poder crea la realidad, crea la verdad".

Pone el ejemplo de un trabajador que pasa por varias corporaciones y en cada una "vende" el producto de la empresa como el mejor, para demostrar cómo la verdad o el cotejo con la realidad es irrelevante. Y añade: "Aceptaré la nueva verdad, que el producto de la empresa es el mejor, y hablando subjetivamente, esta nueva realidad será tan verdadera como la anterior. Uno de los desarrollos más característicos y destructivos de nuestra sociedad es que los seres humanos, convirtiéndose más y más en instrumentos, transforman la realidad en algo relativo a sus propios intereses y funciones. La verdad es comprobada por el consenso de millones; al eslogan '¿cómo podrán estar equivocados millones?', se agrega '¿y cómo puede tener razón una minoría?'. Orwell exhibe con claridad cómo ha sido abolido un sistema en el cual el concepto de la verdad es un juicio objetivo concerniente a la realidad y por lo tanto, quien esté en minoría de uno deberá ser convencido de que está loco."

Para Fromm, el "doble pensar" orwelliano es la acción "de poder sostener dos creencias contradictorias en la mente de manera simultánea... y aceptar ambas. Ese proceso tiene que ser consciente o no se realizaría con suficiente precisión. Pero también tiene que ser inconsciente, porque si no traería consigo un sentimiento de falsedad y por ende de culpa". Pone un ejemplo muy ilustrativo para su época: cuando se habla del "mundo libre", dice, se incluye indistintamente a Estados Unidos y Gran Bretaña junto con Franco, Salazar y las dictaduras sudamericanas. Y a propósito del "doble pensar", agrega: "En una exitosa manipulación de la mente, la persona ya no dice más lo contrario de lo que piensa, sino que piensa lo contrario de lo que es verdad. Así, por ejemplo, si ha entregado su independencia y su integridad completamente, se vivencia a sí mismo como un objeto que pertenece sea al Estado, al partido o la corporación, entonces dos más dos son cinco, o 'Esclavitud es Libertad', y se siente libre porque ya no hay más ninguna conciencia de la discrepancia entre verdad y falsedad".

Cualquier semejanza con la actual sociedad estadounidense es pura coincidencia. Bush fabricó una "verdad" y engañó y controló a la ciudadanía de Estados Unidos para ir a la guerra imperialista contra Irak. Recurrió al discurso orwelliano del poder —con sus falacias, mitos y mentiras— y se valió de la complicidad de una industria de propaganda integrada por megacorporaciones privadas de comunicación, que actúan como "policía del pensamiento", para fabricar un consenso favorable a la intervención.

Ahora, a raíz de la comparecencia del científico Christian Westermann ante los comités de Inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado, sabemos que Bush y los halcones que le rodean "presionaron" a sus expertos en armas químicas y biológicas para que modificaran los análisis sobre Irak y "moldearan las evidencias", según los puntos de vista oficiales.

Westermann, respetado analista del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado, admitió que fue presionado por John Boltona, subsecretario de Estado para el control de armas y la seguridad internacional, con el fin de que adulterara sus informes sobre Cuba e Irak (James Risen y Douglas Jehl, The New York Times, 26/6/03).

Como afirma Paul Krugman, Bush "timó" al país y utilizó "argumentos deshonestos" y "premisas falsas" con el objetivo de fabricar un consenso favorable a la guerra en Irak (The New York Times, 25/6/03).

sábado, diciembre 03, 2005

CONTROL DE LA LIBERTAD QUE EJERCEN LAS CADENAS DE TELEVISIÓN DE TODO TIPO Y FORMA O TONADA NADIE CONTRA O FRENTE A LOS PÚLPITOS TELEVISIVOS

Buenas vibraciones

NI SIQUIERA HAY YA UN MINIMO DE REACCION ANTE EL CRECIENTE GRADO DE CONTROL QUE EJERCEN LAS TELEVISIONES SOBRE lAS MASAS DE MANO DE OBRA MEJOR O PEOR O REGULARMENTE CUALIFICADA
ÉSTAS MASAS SON SIMPLEMNTE CONSUMIDORES SATISFECHOS O DESEOSOS DE SERLO EN ALGUNA MEDIDA

FUTBOL SERIES CONCURSOS DE TODO TIPO Y ESTILO , MÁS O MENOS BANALES, SUPERFICIALES E INCLUSO RAYANOS CON LA MÁS VULGAR ESTULTICIE SE IMPONEN COMO LA GRAN PANACEA DE LOS MODERNOS PRÍNCIPES

MAQUIAVELO SÓLO NECESITA HOY EN DÍA CONTROLAR LAS TELEVISIONES...Y LOS MODELOS EDUCATIVOS CON LEYES ADULADORAS DE LOS NIÑOS ADOLESCENTES Y JOVENES CONSUMIDORES SATISFECHOS DEL FUTURO Y DEL PRESENTE..EL FEED-BACK ,LA RETROALIMENTACIÓN GOBERNANTES / GOBERNADOS ESTÁ LOGRADA ...GRACIAS A LAS MARAVILLAS DE LA CAJA ..QUE ATONTA: LA TV
RECOMIENDO SOBRE ESTO LA CUIDADOSA LECTURA Y ESTUDIO DE ESTE ARTÍCULO
QUE HE TOMADO DE LOS FOROS DE NODULO

http://nodulo.trujaman.org/viewtopic.php?p=7473#7473

Queridos foristas:
Acabo de encontrar este texto de Bueno sobre "televisión" que publica la revista "De verdad" de diciembre de 2000 y aquí lo cuelgo:
Cita:
Gustavo Bueno
Consumidores satisfechos y modelos de televisión


Desde el punto de vista político-psicológico, hay un modelo de televisión que puede recibir una fundamentación paralela a aquella por la cual algunos sistemas justifican el «opio del pueblo» o bien la necesidad de la mentira política, como instrumento necesario para la gobernación del Estado; o incluso en la necesidad de la «evasión» (aunque sea aparente, ilusoria) que el propio pueblo experimenta para poder soportar el peso de sus cadenas.

Desde la perspectiva de los gobernantes se defenderá este modelo de televisión por motivos análogos a como se defendieron, en su día, las prácticas religiosas: «Un cura me ahorra cien gendarmes», decía Napoleón. Las series televisadas de extraterrestres que evolucionan por los Planetas, o de terrestres que evolucionan por los campos de fútbol, mantienen encadenados a la pantalla, durante días y días a millones de espectadores, y ahorran muchos gendarmes al gobierno. En la democracia industrial de masas, en la que millones de trabajadores quedan vacíos durante los largos tiempos de ocio, si no hubiera fútbol, habría que inventarlo; y como en los campos de fútbol no caben esos millones de trabajadores urbanos en «estado de ocio», será necesario que las pantallas de televisión lleven a las casas de esos trabajadores la poética del juego futbolístico. Sin la televisión, la democracia de masas, es decir, la sociedad de mercado o de consumo, que procura mantener a cada ciudadano en la situación más cercana posible al ideal de consumidor satisfecho, no podría considerarse como una sociedad sostenible.

La poética televisiva ofrecerá a millones y millones de ciudadanos, que gozan de una discreta libertad (en el tiempo de ocio), el contenido de su libertad para, a saber, la contemplación y «disfrute» del partido de fútbol televisado; y no de un partido aislado, sino de series de partidos que se reproducen cíclicamente, durante años y años, marcando el tiempo a la sociedad entera y proporcionándole unas coordenadas muy precisas para fijar el pasado, el presente y el futuro político. Y, lo que no es menos importante: marcando un tiempo racionalizado, en el que tienen lugar unos comportamientos también racionalizados, ajustado a reglas estrictas, a las reglas de un juego de estrategia operatoria en el que los objetivos y los procedimientos están a la vista (el fútbol, frente a los espectáculos «dionisíacos» del rock, o de otras ceremonias propias de la orgía-latría, de discotecas, etc., nos pone delante del racionalismo más transparente).

Un hombre «bien educado», como televidente, en la férrea disciplina de este modelo de televisión, no tendría por qué distinguir siquiera entre las apariencias veraces y las falaces. Ni siquiera tendría que distinguir las apariencias informativas y las publicitarias: sería suficiente que valorase la calidad estética o la coherencia interna de ambas. Y si Sócrates tomaba como criterio de sabiduría el estado alcanzado por un hombre «que no fuera capaz de apreciar la diferencia entre un general y un conductor de asnos», este modelo de televisión podría tomar como criterio de sabiduría del «consumidor satisfecho», el estado de quien «ya no es capaz de apreciar la diferencia entre un spot publicitario y una información política». El consumidor satisfecho que hubiera alcanzado la sabiduría se aproximaría a la pantalla «sub specie aeternitatis», al menos durante su tiempo de ocio; a la manera como antaño el «productor insatisfecho» alcanzaba la sabiduría el domingo, contemplando las ceremonias o escuchando los sermones que discurrían en el escenario más común de la época, el templo.

critica filosofica y la izquierda en México frente a las elecciones del 2006

Un artículo que podría resultar muy esclarecedor, que necesita ser leído con mucha "calma", es el publicado en la revista mexicana Memoria, por el profesor Sergio Zermeño
Marcos,Obrador y la política que México necesita realmente son los temas planteados por Zermeño.
http://memoria.com.mx/node/669